Mi experiencia en Carmela fue un poco curiosa, ya que soy una persona introvertida y no me gustan mucho la playa ni el calor, lo cual no parece el mejor perfil para adaptarse a este tipo de trabajo. Sin embargo, desde el primer momento me sentí cómodo y motivado gracias al equipo, tanto por mis compañeros como por los propios jefes, que siempre fomentaron el ambiente de buen rollo y de bienestar entre los empleados. Creo que se armó un equipo con mucho valor a nivel humano y que al final del verano funcionaba como una gran familia.
A nivel laboral, es cierto que es duro porque hay mucho trabajo, pero el ambiente laboral es muy constructivo y en pocos meses se adquiere una experiencia equivalente a años en otros lugares, especialmente porque aquí las cosas se intentan hacer siempre lo mejor y más profesionalmente posible, incluso cuando el ritmo de trabajo es muy acelerado. Cabe destacar también la profesionalidad y seriedad de la empresa en cuanto a papeleo, condiciones, transparencia y trato con los empleados… En definitiva, un sitio en el que las cosas se hacen bien.
Todo esto, combinado con una localización privilegiada, unas instalaciones bien cuidadas, un proyecto de negocio moderno y atractivo y un público agradable hicieron de esta una experiencia inolvidable y que recomendaría a cualquier persona.