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Quién diría que después del duro verano que tuvimos estaría echando de menos ya esas puestas de sol y esos descansos con el mar a medio segundo, pero así es.

En mi vivencia como empleado y con la experiencia que tengo, he estado súper cómodo en todo momento y me lo he pasado en grande con el equipo y con los jefes.

Para ser un lugar de playa es de admirar también lo cómodo que ha sido atender a nuestros clientes (ni en los días días de concierto, con todo hasta arriba, hubo nunca una mala palabra) y trabajar con el personal de cocina (siempre con una buena cara aun teniendo comandas hasta el suelo).

En resumen, ha sido un placer trabajar en Carmela… y quién sabe, igual nos veremos de nuevo.