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Recuerdo el tiempo que estuve trabajando en Carmela como una muy buena época. El ambiente que se crea en esa esquina de Portomaior no se puede comparar a ningún otro lado, tanto por las vistas espectaculares, como por los compañeros de trabajo y los clientes, que vienen con un brillo especial en los ojos. Tengo que reconocer que es un ambiente único.

Siendo camarero, mi trabajo se basó principalmente en atender clientes, organizar comidas y cenas y sacar las comandas. Fue mi primer trabajo llevando una bandeja, y los primeros días iba un poco nerviosillo, pero gracias a los compañeros y los jefes se me pasó rápidamente, además de fortalecer bien el brazo, eso sí.

Puedo decir que los jefes son todos muy trabajadores. Cuando se han tenido que mojar las manos han sido los primeros en ponerse en primera fila a sacar el trabajo adelante.

La esquina del Carmela crea un ambiente muy cercano y familiar donde puedes disfrutar las vistas tanto con tus amigos como con tu familia o pareja. Solo tengo buenas palabras para este sitio.