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“Hace dos años, me lancé a la locura más refrescante y divertida de mi vida, trabajar en CARMELA, posiblemente el mejor chiringuito de las Rias Baixas. Desde el primer día, el equipo fue como una familia. Cada turno parecía una mezcla de fiesta, caos y surf sobre olas de clientes sedientos de mojitos (y de los buenos)

El lugar en sí es una postal viviente. Playa de ensueño, el sol reventando el cielo y nosotros, el equipo, corriendo de un lado a otro con bandejas como si fuéramos los protagonistas de una comedia playera. Pero lo mejor de todo fue la energía que se respiraba. Los clientes venían a CARMELA no solo por la comida y las copas, sino por ese ambiente especial que los jefes (mis grandes amigos) crearon. Siempre con una sonrisa, un chiste, y un «venga, que esto es más que trabajo, ¡es diversión!».

Trabajar aquí no era solo un curro, era una experiencia inolvidable. Desde los que venían buscando una cerveza bien fría hasta los que pedían el cóctel más loco del menú, siempre había un momento para reírse, disfrutar y salir al final del día con el sabor del salitre y la buena vibra en el cuerpo.

Gracias, CARMELA, por un verano de locura. ¡Os debo una!”