Este año he tenido el placer de trabajar en el Carmela. Digo placer porque, a pesar del estrés y del agobio de algunos momentos, he podido pasarlo bien y sentirme a gusto en un puesto de trabajo (algo que en el mundo de la hostelería no es tan frecuente). Ese bienestar ha sido resultado de un gran equipo y de unos jefes a los que tenemos mucho que agradecer. Tanto ellos como el encargado han depositado mucha confianza en nosotros, han sido muy comprensivos, pacientes y respetuosos en todo momento. Estar en un grupo donde sentir tanta complicidad es complicado y yo he tenido de la suerte de encontrarlo en el Carmela.